¿Por dónde empezar hablando de París? Sin duda esta ciudad enamora desde el momento que pisas una de sus calles. Para cualquier aficionado al arte y la arquitectura debe ser perfecto recrearse en esas fachadas antiquísimas y esos palacios que marcaron un tiempo ya pasado.
El estilo de la ropa que puedes ver en la gente es completamente diferente al que te puedas encontrar en otra ciudad – se nota que hay algo ¡estás en París! Hay gente que viste normal – o peor - pero frecuentemente ves a personas con un perfecto estilo que no tienen miedo a nada y se arriesgan por la innovación en la moda.
Sin duda destaco el estilo de gafas ópticas que tanto anhelo – estilo rayban clásicas o clubmaster sin ser necesariamente de esta marca. Paul Smith o Marc Jacobs están sacando alguna que otra, preciosa. Casi todo el mundo que lleva gafas, las lleva de este estilo. Qué decir de los móviles… haciendo un sondeo aproximado de cada diez móviles: cinco son iPhone, tres Blackberry y el resto normales. ¡Qué envidia!
El nivel de vida es más elevado que en España – al menos en el centro de París. Un café ronda los cuatro euros (al igual que el agua ¡vaya robo!) y un menú básico es prácticamente imposible encontrarlo por debajo de los trece euros. ¡Mucho ejecutivo con clase!
Sin embargo, hay mucho indigente por la calle y zonas bastante descuidadas de limpieza. El metro es el peor en el que he estado, muy antiguo, sucio y sin control aunque la gente que viaja es buena. Y también muchos con morro, colarse en el metro, acceder a sitios sin pagar… es el pan de cada día. ¡Aunque con esos precios!
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